San Juan, Puerto Rico – La semana pasada Donald Trump envió un tuit en el cual citaba al comentarista Lou Dobbs, quien aseveró que Puerto Rico tiene «el gobierno más corrupto de la nación» (esto, a pesar de que el gobernador Ricky Rosselló se la ha pasado el año entero chupándole las medias a Trump y haciendo de perrito faldero). Con tal de seguir agradando al amo en la metrópoli, Rosselló ha comenzado a implantar medidas de desgobierno y cleptocracia que harán veraz el tuit de su Querido Líder.

«Papi Trump nunca ha dicho una sola mentira en toda su vida», indicó Ricky Rosselló, «y no será mi administración la primera en desmentirlo o hacerlo quedar mal. Si él indicó que el gobierno de la Isla es el más corrupto de toda la nación, pues lo es, porque él nunca repetiría un chisme infundado como si fuera verdad, ni mucho menos le daría una puñalada trapera a alguien que ha perdido toda dignidad y credibilidad como gobernante autónomo con tal de hacerlo lucir bien… Así que, ¡manos a la obra, funcionarios públicos! ¡A robarse hasta los clavos de la cruz se ha dicho!».

Un caballo de polo, un carro deportivo y una mansión

Rosselló no descansará hasta que todos los miembros de su gabinete tengan un carrito deportivo y un caballo de polo pagado por el erario gracias a algún truquito de contabilidad.

A pesar de que pocos llamarían la actual administración la más carente de amiguismos o de trato preferencial en la historia del país, ciertamente no es tan corrupta como podría ser. «Por ejemplo, yo pudiera haberle dado puestos a todos mis familiares en las altas esferas gubernamentales», enumeró Rosselló, «cambiarle el nombre de la Fortaleza a ‘Palacio Imperial Rosselló; o usar los fondos del erario como si se tratara de mi cuenta personal de cheques… ¡pero no hice nada eso! ¡Hay que implementar eso y más si queremos ser más corruptos que una administración estadounidense que se confabula con gobiernos extranjeros para influir en el proceso electoral!».

Rosselló también adelantó que implementaría medidas cleptocráticas y de jaibería gubernamental extremas, entre otras: obligar a todos sus altos funcionarios a contratar a sus hijos para puestos con jugosos salarios («¡así solo tengan cinco años!»); asignarle escoltas incluso a los interns del personal administrativo; y bonos de Navidad, Pascua y Arbor Day para todos los miembros de su gabinete. Sin embargo, el gobernador descartó organizar una parada militar en su nombre, «porque algo tan patéticamente ridículo solo lo haría un egomaniático anencefálico intentando sobrecompensar por su severa micropenia!».

Por El Rata