San Juan, Puerto Rico – En preparación para los gastos que conlleva la época navideña, miles de puertorriqueños han comenzado a ajustar sus finanzas –o sea, que solicitaron varias tarjetas de crédito para así poder embrollarse con muchos bancos simultáneamente.

Una mano sujetando una tarjeta de crédito

Después que el puertorriqueño pueda pagar con plástico, no hay que hacer ajuste económico alguno [Imagen suministrada]

«¡Somos ricos!», exultó María Domínguez cuando recibió su nueva tarjeta Citibank MasterCard Dividends. «Bueno, al menos eso parece si sumo el límite de crédito de esta tarjeta que me acaba de llegar junto con la American Express Blue y la Visa Chase Slate que ya teníamos. Ahora tengo aquí yo para comprarle una nueva computadora a la nena, un PlayStation 4 al nene y una butaquita reclinable que da masaje a mi esposo. ¡Qué importa que todavía estamos pagando el viaje a Disney que nos dimos hace par de años! Lo importante es celebrar el verdadero significado de la Navidad, ese día que el Niñito Jesús nació en el mismo medio de Plaza Las Américas mientras caía nieve de embuste y todas las tiendas celebraron con ventas del madrugador. Y hablando de las ventas del madrugador: dicen que ‘el que madruga, Dios lo ayuda’, ¡pero el que está pela’o, se chavó como quiera!».

Y por eso Plaza Las Américas está atestada de gente durante la época navideña: ¡para honrar el lugar donde nació el Niño Dios!

«A mí que nadie venga a decirme que mis finanzas son un desastre», advirtió Francisco López, mientras llenaba una solicitud para la tarjeta World MasterCard, realizando malabarismos matemáticos. «Yo sé exactamente cuán embrolla’os estamos, y puedo decirte, redondeando hasta la última centésima, cuántos pocos carajos me importa. También estoy al tanto de que la última tarjeta de crédito que solicité fue una Discover, y lo primero que ‘descubrí’ fue que no la aceptan en ningún la’o, así que tuve que solicitar dos o tres más. Sí, sé que podríamos gastar menos, ahorrar y simplemente ajustar nuestro estilo de vida a nuestros ingresos, pero si hiciéramos esos los nenes no estarían a la moda en la escuela, mi esposa estaría guiando un carro usado y no podríamos vivir en una urbanización que puede darse el lujo de llamarse ‘Pinos del Monte’ aunque no está en el monte y no tiene pinos. Después de todos esos gastos requeridos para mantener el estatus social ya no quedan chavos para regalos… ¡pero menos mal que San Tarjetazo siempre responde a nuestras plegarias!».

Por El Rata